Koiso Ryôhei 小磯良平
Pintor japonés (1903-1988).
Nace en la ciudad de Kobe (prefectura de Hyôgo) en 1903. En el año 1922 ingresa en la Escuela de Bellas Artes de Tôkyô (actual Universidad de las Artes de Tôkyô), especializándose en pintura occidental. En 1926, su obra “Retrato de la señorita T” (T嬢の像) obtiene el premio especial en la exposición anual de la Academia Imperial de las Artes, llamando la atención del mundo artístico de Japón por su vividez y grado de perfección. El hecho de que un estudiante fuese premiado carecía de precedentes en aquella época.
Dos años después, y tras graduarse el primero de su promoción, se instala en Francia, en donde permanece por espacio de 8 años. A su vuelta a Japón, participa en 1936 en la fundación de la llamada Asociación Shinseisaku (新制作派協会), integrada por artistas opuestos a las tendencias reguladoras que iban imponiéndose en el asfixiante ambiente social de preguerra. Sin embargo, el propio Koiso marcharía poco después a tierras de ultramar, como pintor y retratista oficial del Ejército Imperial de Japón. Aunque su intención original era utilizar la experiencia para concentrarse en el aprendizaje de escenas de grupo, ya en la posguerra, Koiso lamentaría profundamente su participación en el conflicto a través de algunas obras que ensalzaban las acciones de los militares japoneses en el continente. Con posterioridad a estos hechos, Koiso rechazó la inclusión de estas pinturas de carácter bélico en todos aquellos catálogos que recogiesen su obra.
En el año 1950, entraría a formar parte del profesorado de la Escuela de Bellas Artes de Tôkyô, puesto en donde contribuyó a la difusión de las técnicas occidentales de pintura hasta su fallecimiento en 1988. Cuatro años después, fue instituido el certamen de pintura Koiso Ryohei, que es en la actualidad el certamen público con mayor dotación económica de todo Japón.
Dentro de la obra pictórica de Koiso, los retratos femeninos ocupan un lugar central. Koiso era portador de una técnica excelsa, resultado de un largo y minucioso estudio de la pintura occidental desde el Renacimiento, y sus retratos poseen fuerza descriptiva al tiempo que un refinado y equilibrado uso del color, la luminosidad y las formas. Sin embargo, el retrato en Koiso trasciende los límites de la mera descripción física, “contagiando” al espectador una sensación de intimidad y familiaridad con el modelo que pocos artistas japoneses han sabido transmitir.